
Con grandes cicatrices quedaron las manos de los dos hermanitos de 8 y 9 años de edad que recibieron este castigo supuestamente porque habían tomado tres huevos de la nevera, que luego hirvieron para comer.
La abuela de los dos menores se rehusó a dar declaraciones y solo se limitó a llevarse al pequeño a su casa y evitar que entrara en contacto con los vecinos que denunciaban el caso.
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