BAGDAD. Un busto de Sadam Husein con la cuerda que lo ahorcó alrededor del cuello preside la oficina de Muafak al Rubaie, testigo de los últimos instantes del exdictador iraquí ejecutado el 30 de diciembre de 2006.
Este exconsejero de seguridad nacional considera que Sadam Husein merecía mil veces la muerte, pero reconoce que fue valiente en los últimos momentos de su vida.
“Tenía un aspecto normal y estaba relajado, no he visto ninguna señal de miedo. Claro que a algunos les gustaría que dijese que se derrumbó o que estaba drogado, pero esta es la verdad histórica”, cuenta a la AFP en su oficina de Kadmiya, en el norte de Bagdad, cerca de la cárcel donde se produjo la ejecución. “¿Era un criminal? Lo era. (Leer mas...)
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